La Campana de Hubbert

La Campana de Hubbert
¿ En qué punto estamos ?

Ésta es la cruda realidad:

Cénit de producción del uranio, en el año 1981.

Cénit de producción del petróleo convencional, en el año 2005, año cero de la Era Hacia el Colapso.

Cénit de producción de gas natural, estimado para 2020.

Cénit de producción de carbón, estimado para 2025.

Luego volveremos a la Edad Media, pero esta vez con 7. 000 millones de habitantes sobre la Tierra.

Ésta es la realidad, el resto pajas mentales tierraplanistas.












Curva energética de la Historia.

La realidad no entiende de corrección política, mayorías, cuotas, ni opiniones consensuadas. La realidad, es.

Hacia el colapso

lunes, 13 de mayo de 2013

España jamás saldrá de la crisis ( 167 ) : Palabras proféticas de un sabio español escritas hace 80 años .

El Borbón carece de legitimidad para ser jefe de Estado . Su abuelo fue expulsado de España en 1931  mediante unas elecciones municipales plebiscitarias en las que los españoles votaron masivamente a favor de la República .

Su padre se pasó la mayor parte de su vida en Estoril rascándose la barriga y bebiéndose hasta el agua de los floreros .

Juan Carlos I de Comisión está puesto como Jefe de Estado con el único voto de Franco en 1969 . A la muerte de éste en 1975 y sabedor que si no compraba las voluntades de la izquierda y los separatistas jamás podría ser rey , montó ad nihilo este latrocinio , este sinsentido de las 17 taifas como botín para dárselo y convertirlos en estómagos agradecidos .

Este sujeto es el mayor responsable de nuestra ruina , nuestra invasión y nuestra disolución como país . Este sujeto es el mayor responsable que España jamás saldrá de la crisis .

Desde su llegada a España en 1700 , la dinastía borbónica ha sido una garrapata adherida al cuerpo España para succionarle hasta la última gota de sangre . La historia corrobora esta afirmación .

Cuando Juan Carlos I de Comisión y su lacayo Adolfo Suárez montaron el infecto estado autonómico , de sobra sabían que este engendro con el tiempo conllevaría la ruina y la destrucción de España .

Santiago Ramón y Cajal , premio Nobel en Medicina en 1906 y uno de los españoles más sabios de todos los tiempos , ya decía esto en 1934 :



LA INGRATITUD DE VASCOS Y CATALANES (Palabras de Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina 1906)






























VB.- «Deprime y entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey. En la Facultad de Medicina de Barcelona, todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por el Estado.
A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales. « ¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador.
No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!. La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic) que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas. No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía. La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos.
Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.

[No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia.
Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni se explica por móviles utilitarios.
A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas!
¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!.
La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic), que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional.
Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado.
Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos.
Preciso es recordar -así lo proclama toda nuestra Historia- que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores.
EL TODO O NADA ES NUESTRA DIVISA.]






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