La Campana de Hubbert

La Campana de Hubbert
¿ En qué punto estamos ?

Ésta es la cruda realidad:

Cénit de producción del uranio, en el año 1981.

Cénit de producción del petróleo convencional, en el año 2005, año cero de la Era Hacia el Colapso.

Cénit de producción de gas natural, estimado para 2020.

Cénit de producción de carbón, estimado para 2025.

Luego volveremos a la Edad Media, pero esta vez con 7. 000 millones de habitantes sobre la Tierra.

Ésta es la realidad, el resto pajas mentales tierraplanistas.












Curva energética de la Historia.

La realidad no entiende de corrección política, mayorías, cuotas, ni opiniones consensuadas. La realidad, es.

Hacia el colapso

sábado, 19 de enero de 2008

La fiesta se acabó.

 
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Proyección de la producción mundial de petróleo realizada por Hubbert en 1971 y publicada en Scientific American. La curva superior muestra que aunque se duplicasen las reservas, la fecha del pico de la producción tan sólo se retrasaría una década, y el tiempo que la humanidad invertiría en consumir el 80 % de todas las reservas mundiales se ampliaría en tan sólo seis años.
Fuente: “Hubbert’s Peak: The impending Oil Shortage”. Kenneth S. Deffeyes.


Como dice el periodista científico y profesor universitario Richard Heinberg, y por si alguien todavía no se ha enterado, la fiesta del petróleo se acaba. Y los problemas no vendrán cuando quememos la última gota. Los problemas vendrán poco después de que alcancemos el cénit del petróleo, cuando la oferta no pueda abastecer a la demanda. Y ese momento no queda lejos.
La teoría del pico de Hubbert, también conocida como cénit del petróleo, es una influyente teoría acerca de la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles. Predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cénit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico.

Aun siendo controvertida, esta teoría es ampliamente aceptada entre la comunidad científica y la industria petrolera. El debate no se centra en si existirá un pico del petróleo, sino cuándo ocurrirá ya que es evidente que el petróleo es un recurso finito y no renovable en escalas cortas de tiempo, por lo que en un momento u otro se llegará al límite de extracción. Basándose en los datos actuales de producción, la Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo y el Gas (ASPO en inglés), considera que el pico del petróleo ocurrirá entre 2007 y 2010, siendo el del gas natural algunos años posterior.
Nadie parece negar la existencia de un techo de producción pero pocos son los gobiernos y empresas que hasta ahora lo han mencionado abiertamente. De entre éstos cabe citar a la multinacional americana Chevron-Texaco la cual ha lanzado recientemente la campaña publicitaria Will You Join Us? para concienciar al público estadounidense de la necesidad de actuar ante el inminente agotamiento del petróleo. También recientemente la multinacional española Repsol-YPF ha hablado ya públicamente en una conferencia de la cuestión haciendo uso de los mismos gráficos de la ASPO.
El modelo matemático de Hubbert predice el nivel de extracción del petróleo a lo largo del tiempo. Según su teoría la extracción de un pozo cualquiera sigue una curva con un máximo, cenit de producción, en su centro. Llegados a ese punto cada barril de petróleo se hace, progresivamente, más caro de extraer hasta que la producción deja de ser rentable (económica y energéticamente) al necesitarse más crudo que el que se obtiene de dicho esfuerzo. Observó también que, si la curva de producción de un pozo seguía esa simple función parabólica, la curva de producción de países enteros y, por extensión la curva mundial seguirían patrones similares. Estas son las que se conocen como curva de Hubbert.
Tomando la producción pasada de crudo y, salvo que ocurran factores anómalos como un bajón en la demanda, el modelo predice la fecha del punto de máxima producción para un campo petrolífero y, por extensión, para toda una región entera. El máximo de extracción es citado como el pico. Tras el pico la extracción entra en la fase de agotamiento. El gráfico del ritmo de producción de crudo para un yacimiento individual sigue una configuración de campana: primero, un lento y sostenido período de producción creciente, luego, un incremento acelerado que finaliza en una meseta (el pico) para, finalmente, emprender una empinada cuesta abajo en la producción llevándola a un declive irreversible.

Cuando se descubre una reserva petrolífera su reducida producción inicial empieza con muchas limitaciones debido a toda la infraestructura que se requiere instalar para que el yacimiento pueda ser explotado a pleno rendimiento. Cuando se han horadado suficientes pozos y se han instalado todas las plantas de extracción y procesado necesarias, la producción aumenta. Pero en algún momento se alcanza un nivel de extracción que no puede ser rebasado por muy avanzada tecnología que se use o por mucho que se hagan más pozos. Después del pico, la producción disminuye irremediablemente y cada vez más rápido. Pero antes de llegar al agotamiento completo del yacimiento existe otro punto significativo que no tarda en alcanzarse. Esto es cuando la extracción, transporte y procesado de cada barril extraído cuesta más energía que la contenida en él. Llegados a ese punto Hubbert teorizó que la extracción de crudo con fines energéticos dejaría de ser rentable (vuelvo a recordar, económica y energéticamente) por lo que ese campo petrolífero sería abandonado. En 1956, Hubbert predijo que la producción de crudo de los Estados Unidos debería alcanzar su pico entre 1965 y 1970. Y lo cierto es que el pico se alcanzó el año 1971, año a partir del cual la producción ha seguido un progresivo descenso a tal punto que, actualmente, se extrae al mismo nivel que durante la década de los 40.

Esto ocurrirá porqu dependemos totalmente del petróleo, y es un recurso agotable: cuanto más se produce, menos queda en la tierra y resulta más difícil extraer el restante. No nos quedaremos “sin petróleo”; una enorme cantidad seguirá todavía fluyendo, pero no la suficiente como para cubrir la demanda. Y como cualquier economista puede aseverar, cuando la oferta cae antes que la demanda, suceden cosas malas.
A medida que la producción caiga por el precipicio, los precios no sólo aumentarán; se pondrán por las nubes. Si nuestra dependencia del petróleo no se ha reducido drásticamente para entonces, la economía global se deslizará por una pendiente hacia una recesión tan severa que hará parecer a la Gran Depresión un simple ensayo. El petróleo dejará de ser un combustible viable, algo muy descorazonador en un mundo en el que el petróleo constituye el 40% de todo el consumo de energía y cerca del 90% de todo el combustible para transporte. Las reacciones políticas serán desesperadas. Las economías industriales, hambrientas de energía, comenzarán a sacarlo de cualquier fuente disponible (presumiblemente el carbón), a pesar de las consecuencias ecológicas. Y lo peor es que la competencia por los suministros de petróleo restantes se intensificarán, conduciendo a un nuevo tipo de conflicto político: la guerra de la energía.
Hoy es la producción de los pozos lo que está en declive. Aunque los Estados Unidos consigan imponer su hegemonía en todos los campos petrolíferos del mundo (Rusia aparte), su ejército y su tecnología no podrán nada contra el empobrecimiento del petróleo convencional que se acerca. De todas formas, queda demasiado poco tiempo para sustituir un fluido tan barato de producir, tan energético, de tan fácil empleo, tan fácil de almacenar y transportar, de usos tan variados (doméstico, industrial, carburante, materia prima...), y reinvertir, en menos de diez años, la monstruosa cantidad de dinero necesaria para sustituir el petróleo por otra fuente de abundancia que, además, no existe.
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